Mi padre fue un hombre como pocos conozco. Inteligente, sensible. Demasiado sensible diría yo. No creía en Dios, decía él. Sin embargo, cuando niño fue monaguillo. Era de izquierda y sin embargo ya había sido antes de derecha. Podría decirse que su capacidad crítica lo hacía plantearse preguntas que pocos se hacen, aun cuando no siempre tuviera las respuestas (o quizás sí que las tenía). Era un luchador incansable de aquello en lo que creía: la justicia, la construcción de un mundo mejor y más equitativo.
Yo crecí entre sus innumerables argumentos sobre la filosofía, la justicia, los valores, entre sus continuas críticas de lo existente, entre sus preguntas sin respuestas, muchas de las cuales se convirtieron en las mías.
De un padre ateo y una madre que había olvidado su espiritualidad nacieron y crecieron tres hijas con mucha fe en que existía algo más allá de lo que simplemente podemos observar a través de nuestros ojos y de lo que podemos explicar a través de nuestra mente racional.
Recuerdo las incontables discusiones de una pequeña niña con su padre, en el que sin ningún argumento ella le insistía en que sí existía Dios. Y el respondía: “Si Dios existe, por qué hay tanta injusticia en el mundo”, ¿Por qué mueren de hambre tantos niños todos los días?, ¿Por qué hay tanta miseria?, y yo agregaría ahora, ¿Por qué muere gente inocente?, ¿Por qué enferma gente buena?
Todas estas preguntas permanecieron latentes en mi mente sabiendo que en algún lugar y en algún momento encontraría la respuesta. Ahora creo que así ha sido. He encontrado mis propias respuestas, las que me satisfacen y me permiten explicar tantos porqués.
Cuando por primera vez conocí a dos de mis maestros Carlos y Margot Medina, ellos traían un mensaje que podría sonar loco para muchas personas. Pero no para mi. Este mensaje resonó en mi interior, respondió a mis preguntas. No logré responder a las de mi padre, al menos no en su mente, pero si en la mía. Y este mensaje era muy sencillo. “Estas dormida... Este mundo no es real... Es solo un sueño... El Hijo de Dios no puede ser pecador... El Hijo de Dios no puede estar condenado... ¿Cómo podría hacer Dios a un Hijo inferior a El?... ¿No lo hizo a caso a su imagen y semenjanza?”
Eso explicó todo para mí. Explicó la gran contradicción de la iglesia cuando dice que debemos temer a Dios, y al mismo tiempo nos vende la idea de un Dios amoroso y compasivo. Cuando dice que si pecamos seremos castigados y enviados al infierno y al mismo tiempo nos enseña que Dios perdona siempre.
¡Claro! Eso lo explicaba todo. El Hijo de Dios quiso soñar que estaba separado de su Padre, de la Fuente del amor, y entró en un profundo letargo del que ahora está despertando. Por eso este mundo es tan desolador, tan lleno de horror, de envidia, de violencia, es sólo la antítesis de lo que Somos en realidad: Amor. Pero la única manera posible de experimentarlo era soñarlo. Porque para Dios nada distinto al amor es real, y la idea de su hijo separado de El es IMPOSIBLE. Así que dio Dios a su Hijo la posibilidad de experimentar a través del sueño todo cuanto su imaginación fuera capaz de crear, incluso la ilusión de estar separado de su Padre. Y así fue como el Hijo de Dios, y no Dios creó este mundo.
Me gusta verlo de esta manera: Imagina que eres un Rey que lo tienes todo, amor, abundancia, alegría. Un día miras por la ventana de tu castillo y ves a un mendigo, entonces piensas ¿qué se sentirá ser un mendigo y no tener nada? Y seguro de que nada te puede ocurrir, y que nunca puedes perder lo que es tuyo por derecho, te acuestas en tu cama y comienzas a soñar que eres un mendigo, y en ese sueño, ¡realmente crees serlo y lo sientes!. Hasta que llega uno de tus sirvientes y te dice con afecto, Señor, despierte, sólo ha tenido un mal sueño, no está pasando nada. Todo está bien. Y así Es. Todo es perfecto. Dios no se ha ido, no nos hemos separado de El. Seguimos estando a su lado, seguimos estando a salvo. Y ahora estamos despertando.
Recuerdan la película del Mago de Oz. Bueno, para los que la vieron y sí la recuerdan... Es justo así, como cuando al final Dorotea despierta y ve que estuvo soñando y que todos los personajes que estaban en su sueño eran sus seres queridos, complaciéndola para que pudiera soñar.
Un abrazo a todos. Los quiero mucho.
I.C.L.
Yo crecí entre sus innumerables argumentos sobre la filosofía, la justicia, los valores, entre sus continuas críticas de lo existente, entre sus preguntas sin respuestas, muchas de las cuales se convirtieron en las mías.
De un padre ateo y una madre que había olvidado su espiritualidad nacieron y crecieron tres hijas con mucha fe en que existía algo más allá de lo que simplemente podemos observar a través de nuestros ojos y de lo que podemos explicar a través de nuestra mente racional.
Recuerdo las incontables discusiones de una pequeña niña con su padre, en el que sin ningún argumento ella le insistía en que sí existía Dios. Y el respondía: “Si Dios existe, por qué hay tanta injusticia en el mundo”, ¿Por qué mueren de hambre tantos niños todos los días?, ¿Por qué hay tanta miseria?, y yo agregaría ahora, ¿Por qué muere gente inocente?, ¿Por qué enferma gente buena?
Todas estas preguntas permanecieron latentes en mi mente sabiendo que en algún lugar y en algún momento encontraría la respuesta. Ahora creo que así ha sido. He encontrado mis propias respuestas, las que me satisfacen y me permiten explicar tantos porqués.
Cuando por primera vez conocí a dos de mis maestros Carlos y Margot Medina, ellos traían un mensaje que podría sonar loco para muchas personas. Pero no para mi. Este mensaje resonó en mi interior, respondió a mis preguntas. No logré responder a las de mi padre, al menos no en su mente, pero si en la mía. Y este mensaje era muy sencillo. “Estas dormida... Este mundo no es real... Es solo un sueño... El Hijo de Dios no puede ser pecador... El Hijo de Dios no puede estar condenado... ¿Cómo podría hacer Dios a un Hijo inferior a El?... ¿No lo hizo a caso a su imagen y semenjanza?”
Eso explicó todo para mí. Explicó la gran contradicción de la iglesia cuando dice que debemos temer a Dios, y al mismo tiempo nos vende la idea de un Dios amoroso y compasivo. Cuando dice que si pecamos seremos castigados y enviados al infierno y al mismo tiempo nos enseña que Dios perdona siempre.
¡Claro! Eso lo explicaba todo. El Hijo de Dios quiso soñar que estaba separado de su Padre, de la Fuente del amor, y entró en un profundo letargo del que ahora está despertando. Por eso este mundo es tan desolador, tan lleno de horror, de envidia, de violencia, es sólo la antítesis de lo que Somos en realidad: Amor. Pero la única manera posible de experimentarlo era soñarlo. Porque para Dios nada distinto al amor es real, y la idea de su hijo separado de El es IMPOSIBLE. Así que dio Dios a su Hijo la posibilidad de experimentar a través del sueño todo cuanto su imaginación fuera capaz de crear, incluso la ilusión de estar separado de su Padre. Y así fue como el Hijo de Dios, y no Dios creó este mundo.
Me gusta verlo de esta manera: Imagina que eres un Rey que lo tienes todo, amor, abundancia, alegría. Un día miras por la ventana de tu castillo y ves a un mendigo, entonces piensas ¿qué se sentirá ser un mendigo y no tener nada? Y seguro de que nada te puede ocurrir, y que nunca puedes perder lo que es tuyo por derecho, te acuestas en tu cama y comienzas a soñar que eres un mendigo, y en ese sueño, ¡realmente crees serlo y lo sientes!. Hasta que llega uno de tus sirvientes y te dice con afecto, Señor, despierte, sólo ha tenido un mal sueño, no está pasando nada. Todo está bien. Y así Es. Todo es perfecto. Dios no se ha ido, no nos hemos separado de El. Seguimos estando a su lado, seguimos estando a salvo. Y ahora estamos despertando.
Recuerdan la película del Mago de Oz. Bueno, para los que la vieron y sí la recuerdan... Es justo así, como cuando al final Dorotea despierta y ve que estuvo soñando y que todos los personajes que estaban en su sueño eran sus seres queridos, complaciéndola para que pudiera soñar.
Un abrazo a todos. Los quiero mucho.
I.C.L.
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