domingo, mayo 07, 2006

Encrucijada


Un hombre que se encontraba en un momento muy difícil de su vida escuchó hablar sobre una leyenda. Esta hacía referencia a un río al pie de una montaña. El río tenía fama de ser muy turbulento y arrastrar con todo cuanto se encontraba a su paso.

Decía la leyenda, que quien se aventuraba a entrar en su cauce tenía dos alternativas: la muerte o una vida llena de paz y felicidad para siempre.

El hombre analizó ambas opciones y se dijo:

- ¿No es la muerte la vida que estoy llevando? Me siento solo y triste en un mundo ajeno y distante. Nada de lo que he hecho o he tenido me ha hecho sentir pleno, prefiero la muerte a continuar viviendo de esa manera.

Entonces sin pensarlo más se dirigió hacia la famosa montaña. Una vez allá, miró aterrado el fuerte caudal que tenía frente a él. No sabía si regresar o lanzarse. Un sentimiento de miedo lo invadía: miedo a volver a esa vida vacía pero también miedo a lo desconocido. ¿Qué habría detrás de ese enorme caudal? ¿La vida o la muerte definitiva?

Algo en su interior le decía que se atreviese, que todo estaría bien. El hombre se lanzó al río, la corriente lo arrastró y dio vueltas una y otra vez, sentía que no podía respirar y poco a poco sintió como el último halo de vida se escapaba de su cuerpo.

Una rápida película de su vida se presentó frente a sus ojos. En ella pudo ver todo aquello que nunca se atrevió a hacer a lo largo de la misma: contempló a sus compañeros de trabajo y reconoció como nunca se había acercado a ellos por temor a ser rechazado. Vio a sus hijos haciendo sus vidas lejos de él y admitió que no se acercó más a ellos por temor a perderlos algún día. Divisó a su esposa y se dio cuenta de que nunca se dieron la oportunidad de ser felices por temor a dar demasiado de sí mismos y a terminar defraudados el uno del otro. Vio a su padre y sintió un gran miedo a no ser aceptado por él. Recordó su triste muerte, aislado de todos los seres quienes un día prometían ser la fuente de su felicidad. Revivió sus sueños más ambiciosos frustrados por temor al fracaso. Toda su vida había estado marcada por el miedo. ¡No sin razón la felicidad y la fortuna no habían tocado a su puerta! Pudo ver claramente su miedo a no ser amado y a su vez su miedo a que alguien lo amara de verdad, su miedo a amar a los que lo rodeaban, miedo a la traición, al rechazo, al desamor y también a la entrega.

Finalmente, la corriente lo arrastró a un lugar tranquilo. Parecía increíble que ese turbulento y caudaloso río terminara rendido en aquel lugar tan apacible.

Cuando despertó, miró a su alrededor y vio el paisaje. Se trataba de un sitio acogedor y tranquilo, recostado al pie de aquella montaña y a la misma distancia de su hogar. Pero algo había cambiado en su interior: ¡estaba vivo!, ¡se sentía realmente vivo!

¿Sería real aquella leyenda? Si el río no le había causado la muerte, ¿sería entonces que le había sido dada una nueva oportunidad para vivir, así como el verdadero secreto de la felicidad? ¿Qué parte de él se habría llevado el río consigo que aun se encontraba vivo y sintiéndose realmente libre? Con seguridad algo que no era real... El miedo se había ido, ya no sería el mismo. Contempló a su alrededor y vio todo con colores muy brillantes. Sentía una particular atracción hacia todo, como si todo cuanto le rodeaba era parte de sí mismo y a su vez él parte de Todo. ¿Cómo podía sentir miedo alguno si no existía nada fuera de él que pudiese atacarlo ni rechazarlo?

Con esta nueva sensación de totalidad y plenitud emprendió su viaje de regreso a su pueblo y allí contó a todos su historia, pero nadie le creyó. Siguieron pensando que se trataba sólo de una leyenda y que él había enloquecido. Sin embargo, algunos vieron en sus ojos la Paz y comentaban... algo le sucedió a ese hombre en verdad. ¿Qué habrá sido? Y así el río continuó siendo una leyenda... aquel que se aventurara a lanzarse a él moriría o alcanzaría la paz definitiva.

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