martes, junio 16, 2015

Bendita crisis

Esta frase la tomo prestada de un conocido terapeuta: Luis Galdona y lo hago porque es algo que he podido constatar en mi propia vida. Los seres humanos nos crecemos en las dificultades que nos toca vivir.

Es también cierto que existe una gran resistencia al cambio en la mayoría de nosotros y es que a nadie le gusta salirse de su zona de confort donde lleva seguramente años, muy bien acomodado. Y como dice el dicho “más vale malo conocido que bueno por conocer” así es que mejor me quedo en este matrimonio aunque no está del todo bien, o en este trabajo o en este círculo de amistades y pare Ud. de contar.

Y posiblemente el que mira desde afuera o el que ya pasó por allí dirá: pero bueno qué hace él (o ella) allí? Por qué soporta a esa pareja o a ese jefe? Y quizás ni él/ella misma lo sepan responder. No están del todo contentos pero al menos eso es lo que conocen. Allí saben cómo moverse, qué esperar y qué no.

Pero como la Vida es sabia y hemos venido a este mundo a evolucionar y a aprender, a pesar de encontrarnos tan “a gustito” allí en esa zona de confort; en muchas oportunidades se nos saca, hasta incluso a empujones, y se nos impulsa a salir de ese estado de letargo en el que nos encontramos.

En algunas circunstancias un evento inesperado llega a nuestra vida cual terremoto y luego de irse nos deja toda la vida revuelta. En otras ocasiones estos eventos no son tan imprevistos pero de igual manera nos mueven el piso y de un día al otro nos encontramos preguntándonos qué hago yo acá y qué quiero hacer con mi vida.

Y aunque todo parece estar de cabeza y por momentos sentimos que podemos llegar a locura y que no seremos capaces de sobreponernos a todo esto, algo dentro de nosotros se comienza a despertar. Y empezamos a sentir que aun cuando la casa está toda patas arriba, y que no sabemos aún con certeza dónde colocaremos cada cosa, o si algunas de esas cosas las regalaremos o si finalmente nos mudaremos de casa; sí sabemos que nos sentimos vivos y que lo que pase a continuación depende de una sola persona: NOSOTROS MISMOS. 

Y es allí donde la gran aventura comienza y es como recorrer un largo camino que no sabemos con certeza a donde nos va a llevar, que muchas veces dudamos si será el correcto, donde en más de una ocasión nos sentaremos a llorar porque extrañamos esa zona de confort en la que estábamos antes y empezaremos a decir que quizás no era tan malo después de todo. Pero al final de la jornada, o al menos del día, cuando miramos atrás y vemos el tramo del camino que hemos recorrido, tendremos que admitir que hemos crecido como seres humanos. Que indiscutiblemente ya no somos los mismos que comenzamos a recorrer ese camino, que no es fácil, pero que no lo cambiaríamos por nuestro antiguo Yo.

Es en este momento cuando nos damos una palmada, nos enorgullecemos de nosotros mismos y pensamos: Bendita crisis. Quizás yo no la planifiqué conscientemente, quizás si me lo hubiesen preguntado habría respondido: déjenme acá tranquilo(a) donde estoy; pero una vez más, nuestro Ser, Dios, la Vida o como lo quieras llamar es sabio y conoce lo que más nos conviene.

Y aunque es muy doloroso lo que estamos viviendo todos los venezolanos. Aunque en este momento vemos la casa patas arriba y el terremoto está aún ocurriendo, haciéndonos pensar que no terminará jamás, si lo hará. Y es entonces cuando nos daremos cuenta que necesitamos empezar a poner juntas todas las piezas que se rompieron y comenzar a colocar todo en orden. Posiblemente algunas cosas no tendrán remedio y tendremos que botarlas, pero con la ayuda de todos podremos reconstruir de nuevo la casa: Nuestra Venezuela, que es de todos. Un país en el que todos cabemos, porque no fue hace tanto tiempo en el que todos los venezolanos nos mirábamos como hermanos.

Pero es cierto, no seremos los mismos. Y más vale que así sea. Porque no podemos permitirnos volver a cometer los mismos errores. Y seguramente que aunque diferentes, seremos aún mucho mejores de lo que éramos hace quince años. Y quizás, Dios quiera que así sea, hayamos aprendido la lección: no podemos ser felices, ni ricos, ni saludables si nos olvidamos de nuestros hermanos. El Individualismo es lo que nos ha llevado a esta crisis y la Unión lo que nos puede sacar de ella. Así que Bendita Crisis

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